Argentina y su camino a la victoria
21 de Diciembre de 2022 a las 16:40
El pasado domingo Argentina se consagró por tercera vez en su historia como campeona del mundo, tras 36 años sin lograrlo, en un país completamente volcado con sus jugadores. Una selección que empezó el campeonato perdiendo ante Arabia Saudi y sembrando muchas dudas, ya que a partir de ese partido todos los que vinieron eran decisivos entre ganar y seguir hacia delante o perder y tener que regresar a casa sin el trofeo. El conjunto albiceleste a medida que fue avanzando fue más sólido en defensa, con jugadores totalmente entregados a la causa dejándose todo en el campo sin dejar de pelear cada balón y en ataque aprovechando el potencial talentoso de sus jugadores abanderados por Leo Messi, nombrado mejor jugador del Mundial, que se puso el equipo a sus espaldas.
La final tuvo varios momentos en los que ambos equipos se sintieron posibles ganadores, aunque el único conjunto que fue por delante del marcador fue Argentina. La albiceleste empezó el partido de manera arrolladora y al combinado Francés, campeones del Mundo en Rusia hace cuatro años, se les veía nerviosos e imprecisos, lo que propició a que Argentina en apenas 35 minutos de partido ya iba con dos goles de ventaja sobre Francia, y con la sensación de tener el partido bajo su control y acariciando ya el trofeo de campeones del Mundo. La segunda parte se igualaron más las fuerzas y hubo una reacción del equipo Bleu, que empezó a atacar a sabiendas de que ya no les quedaba otra cosa que ir a por el partido y quitarse los miedos de encima. Pero no fue hasta el tramo final en el que apenas dos minutos Mbappe consiguió igualar el partido, cuando ya agonizaba y el título marchaba para Argentina. En la prorroga hubo intercambio de golpes y en el tramo final cuando apenas quedaba un minuto de partido Francia tuvo una ocasión clarísima para anotar el 3-4 y hacerse con el campeonato, pero apareció el Dibu Martínez para hacer una de esas paradas antológicas que será recordada para toda la historia.
La final acabó de la forma más agónica posible, decidiendo el campeón en penaltis, y desde los once metros los mejores fueron los Argentinos que tras muchos años volvían a ser campeones del Mundo.
En cúanto al juego la selección Argentina sorprendió con la titularidad de Ángel Di María, que fue clave forzando el penalti en el primer gol y anotando el segundo y puso constantemente en muchos aprietos a Francia por su lado derecho. En defensa la presencia de Di Maria hacia que de estar posicionados en un 1-4-4-2 pasaran a un 1-4-3-3 con el fideo presionando más arriba a lateral derecho.
Una de las características defensivas durante el partido y de todo el campeonato de Argentina, era la intensidad en la que iban a todos sus duelos individuales, lo que apretaban a los rivales y la capacidad de robar y recuperar balones en esos duelos, comandados por un imperial Nicolás Otamendi, que fue el líder de la defensa albiceleste.
Cada balón que Francia buscaba filtrar entre líneas era automáticamente apretado por un jugador que salía desde atrás y forzaba la pérdida y posterior recuperación del balón para Argentina.
En ataque, plantearon un sistema muy asimétrico, ya que por lado izquierdo jugaban con lateral y extremo y por lado derecho prescindían de tener extremo y dejaban toda la banda para el lateral derecho Nahuel Molina, eso les daba mucha afluencia de jugadores en mediocampo y es en esas zonas donde conseguían superioridades que les hacían progresar en el juego mediante muchas paredes y encontrar en muchos momentos a Leo Messi libre entre líneas.
Observamos en la imagen anterior como por dentro formando un doble pivote con Enzo Fernández y Rodrigo de Paul, que es el teórico extremo derecho pero se venía dentro y creaban esa superioridad constante dentro. Entre líneas situaban a tres mediapuntas con Messi, Julián Alvarez y Marc Allister, dando espacios por izquierda a Di María que muchas veces podía recibir en situaciones de uno contra uno.
Las recepciones de Messi acostado en el lado derecho a los costados de sus mediocentros eran una amenaza constante para la defensa Francesa, que les costaba de controlar sus movimientos.
En esas recepciones de Messi, le quedaba opción de pase por fuera a Nahuel Molina para buscar situaciones de uno contra uno o buscar el típico golpeo del Leo en diagonal a lado contrario para la llegada del extremo Di María que recibía siempre en superioridad y en situación de ventaja para finalizar o buscar un uno contra uno frente a Koundé.
Otro de los puntos en los que Argentina creaba problemas a la defensa de Francia era en las transiciones ofensivas. Siempre buscaban jugar con el jugador lejano para tocar de cara y buscar correr a los espacios. De esa jugada nacería el segundo gol Argentino del partido.